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LECTURAS DE DOMINGO: EL LEGADO DE FRANCISCO
Odino Faccia es un músico argentino que se ha convertido en un símbolo de compromiso humanitario. Nominado en tres oportunidades al Premio Nobel de la Paz, el cantautor siembra mensajes de esperanza y asume el desafío de mantener vivo el legado del Papa Francisco. Por Pablo Rebolledo.

Desde hace más de dos décadas, este cantautor bonaerense, nacido en Berisso, utiliza sus composiciones como vehículo para difundir valores como la paz, la inclusión y la equidad. Su labor no ha pasado desapercibida: fue nominado al Premio Nobel de la Paz en tres ocasiones —2021, 2022 y 2023— y ha compartido escenarios con figuras como Tini Stoessel, Natalie Pérez, Los Nocheros y Agapornis. Pero también con líderes espirituales, como el propio Papa Francisco, con quien ha compartido una visión en común: construir puentes por medio del arte.
En diálogo con “Construyendo Vínculos”, Faccia reflexiona sobre los desafíos de una carrera que trasciende lo artístico: “Alguna vez me preguntan por qué resulta necesario cantar por la Paz en nuestro país” Y la respuesta parece surgir en forma inmediata. Somos parte de este mundo que habitamos y no nos puede resultar indiferente el sufrimiento de otros seres humanos. Según información del Council on Foreign Relations hay numerosos conflictos activos en este momento, la guerra en Ucrania, la crisis en Gaza y el conflicto en Sudán, que han causado un gran número de muertes, heridos y desplazamientos. Otras áreas de conflicto incluyen la escalada en la República Democrática del Congo, la violencia en el Sahel, y la tensión persistente entre Israel e Irán o los crecientes enfrentamientos en Myanmar y Pakistán.
Hijo de inmigrantes italianos, criado en Berisso, Faccia aprendió desde pequeño el valor del esfuerzo. Esa crianza se ha traducido en la consolidación de su carrera artística y el reconocimiento internacional. A los 23 años se fue a probar suerte a Italia, y no fue tan fácil establecerse. Sin embargo, fue perseverante. Y hoy, como en aquellos años de su juventud, sigue pensando que la música podía ser mucho más que entretenimiento. Esa esclarecedora reflexión es, seguramente, uno de los motivos que lo han llevado a convertirse en un genuino referente de la paz, lo que en estos tiempos donde lo efímero parece dominar el diálogo, cobra mucha trascendencia.
La conexión con el Vaticano se remonta al año 2014, cuando interpretó “Busca la Paz” en la histórica canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII frente a una multitud. Años después, presentó “Para que todos sean uno”, un himno con letra del Papa Francisco. En total, su mensaje ha alcanzado a más de 2.000 millones de personas en transmisiones globales.
Odino preside la Fundación Red Voz por la Paz, una organización internacional dedicada a impulsar el diálogo intercultural y los derechos humanos por medio de la música. Desde conciertos didácticos en escuelas hasta campañas globales, el proyecto busca involucrar a artistas, referentes y público en general en un movimiento transformador. Tal como afirma el compositor “la paz se puede construir. Y la música es acción concreta”.
Faccia sigue creando y sumando aliados para abordar temas urgentes como la migración, la trata de personas y otras realidades que parecen invisibilizadas. Busca generar un cambio y las canciones se convierten en una de las herramientas necesarias.
Señala “que en ocasiones el trabajo en silencio y el paso a paso tienen un mayor disfrute, aunque demora más” Eso nos deja una idea sobre la importancia de fijar objetivos y muy especialmente cuando nuestro trabajo se trata de reforzar valores, de pensar en el prójimo, de ser la voz de quienes no tienen voz.
Odino Faccia no se circunscribe sólo a componer o cantar, sino que construye puentes. Su música trasciende fronteras y se transforma en una herramienta para sembrar conciencia, empatía y transformación social. En tiempos donde el ruido muchas veces silencia los valores, su mensaje suena se convierte en imprescindible. Es sin dudas, un referente de la paz desde la acción, no desde el discurso. Nos recuerda que el arte puede -además- ser motor de cambio. Con cada canción, abre caminos hacia el diálogo y la inclusión. Y nos ayuda a comprender que una trayectoria artística no se mide solo en escenarios o premios, sino en la huella que deja en cada comunidad. Buscar protagonismo no es tan enriquecedor como buscar un propósito. Y en ese andar, el sigue construyendo un mundo donde la música y la esperanza caminan juntas.
El legado del Papa Francisco trasciende lo religioso para convertirse en un llamado universal a la paz, la justicia social y la dignidad humana. Su voz ha sido faro en tiempos de crisis, promoviendo el diálogo por sobre el enfrentamiento y la inclusión por sobre la exclusión. Ha sido ferviente defensor de los más vulnerables, procuró una Iglesia abierta, presente en las periferias, comprometida con la realidad del pueblo. Su mensaje fue claro: sin compasión no hay humanidad posible. Francisco nos enseñó que cuidar la casa común es también una forma de amar al prójimo. Su pontificado será recordado por la humildad, el compromiso con la verdad y el valor de tender puentes. En un mundo fragmentado, su figura se erige como símbolo de unidad. Su legado no se impone, inspira. Y ha dejado encendida una llama que muchos, como Odino Faccia, ayudan a mantener viva.