
Se escriben muchas historias sobre los recorridos de mujeres y hombres que a lo largo y a lo ancho de nuestro país producen arte en sus diversas formas. Esta historia es una donde convergen el arte con la reivindicación de raíces y donde la edad cronológica es apenas un dato más que no define lo que podemos o no podemos hacer.
Alejandra Velázquez, vive en Huinca Renancó, provincia de Córdoba, al límite con La Pampa. Es periodista en una radio local y desde hace unos años comenzó a incursionar como artista visual. Su obra se encuentra atravesada por el desnudo, la imagen femenina, la sensualidad y el erotismo. Es su propia modelo.
¿Cómo influye la herencia cultural, su herencia cultural, con el trabajo como fotógrafa?
AV: – Soy fotógrafa profesional y cuando trabajaba de fotógrafa me dedicaba a lo social, eventos y cumpleaños. Luego me ocurre este proyecto de incursionar como artista visual, de retratarme a mí misma. Yo siempre he vivido en casas que tienen muchos espejos, incluso mi casa actual ahora, con mi familia, tengo espejos por todos lados. Desde siempre me atrapaba mucho mi propia imagen, ciertos rasgos muy fuertes. Tengo sangre aborigen, sangre Ranquel, que es el pueblo originario de esta región de nuestro país. Evidentemente los rasgos indios míos eran muy marcados y eso era lo que ha llamado y aun llama la atención a los demás. Vengo de una familia de fotógrafos apasionados, si bien aficionados muy apasionados, fui creciendo entre fotos y poses. Hace años tener una cámara de fotos no era algo tan normal y natural como lo es ahora, era una cosa bastante especial, bastante fuera de lo común. Nadie tenía una cámara de fotos, salvo los fotógrafos profesionales. Aquí en mi pueblo había dos, durante muchos años hubo solamente dos. Entonces tener una cámara de fotos como tenía mi padre era algo realmente llamativo. En las reuniones familiares era muy común sacar los álbumes de fotos y mirar las fotos, cada una de esas revivía una historia. Y cuando salíamos a dar “la vuelta del perro”, como se llama acá en los pequeños pueblos, nuestra locura era ir al local de fotografía del pueblo, donde colocaban las fotos ahí en la vidriera, y para nosotros eso era una felicidad tremenda, una ansiedad nos daba, queríamos ir rápido a ver las fotos nuevas, eran fotos sociales.
¿Qué mensaje pretende transmitir a través de la fotografía?
AV: – Lo principal en mí siempre ha sido el orgullo de lo que yo soy, de mi imagen, de mis rasgos, descendiente de los pueblos originarios, siempre un orgullo muy grande. Durante muchos años e incluso ahora todavía, el ser descendiente de indio, de los pueblos originarios, tener estos rasgos no estaba como muy bien tomado, parecía ser motivo de vergüenza. En cambio, yo nunca lo sentí así, porque en mi familia siempre se habló con orgullo de nuestras raíces. Mi tatarabuela fumaba, andaba a caballo y se la podía ver con el facón en la cintura. siempre se repetía esa historia, siempre con mucho orgullo. Entonces yo eso lo viví desde muy chica, sin embargo, cuando fui creciendo me daba cuenta que el ser descendiente de indio y tener estos rasgos marcados no era tomado por la mayoría de la gente como algo positivo.
Entonces yo quería reivindicar el hecho de tener sangre india. Siempre lo quise llevar como un estandarte, como una bandera. En mis primeras fotos me retraté vestida así con los elementos propios de la gente que vivió acá en esta zona, con el poncho, alguna rastra y demás. Y sacar de contexto eso de que supuestamente es considerado como la armonía de una mujer. Esa idea de que una mujer tiene que exhibir esos rasgos delicados, pequeños, europeos, occidentales. Yo elegí mostrar algo diferente.
¿Sintió alguna vez que, por ser mujer y por ser descendiente de pueblos originarios, fue relegada de la dinámica de cultural local? ¿Qué se dificultaba el participar de alguna convocatoria artística?
AV:- No lo he sentido nunca, no sé si tendrá que ver tal vez con mi carácter. Tengo una fuerte personalidad y eso se ha notado desde siempre. Supongo que eso ayudó a que todo lo que yo iniciaba aquí en mi pueblo fuera tomado de la mejor manera. Probablemente a otra persona, en una situación similar, le hubiese costado mucho más y sería relegada. Siempre me he destacado tanto en la escuela como en las competencias deportivas. Entonces toda mi vida he estado acompañada por este tipo de reconocimientos, académicos, deportivos e incluso literarios. Supongo yo que un poco tiene que ver con eso, que después del hecho de salir yo a querer reivindicar mi raza, mis ancestros, no haya estado reprimido por algún tipo de prejuicio.
¿Trabaja únicamente desde el autoretrato o ha sido fotografiada por otros profesionales? ¿Ha recibido pedidos o consultas de otras mujeres para ser retratadas?
Hasta el momento todas las fotos me las he sacado yo misma. Después sí lo que he hecho colaboraciones en cuanto a las ediciones, a mis fotos las intervienen haciendo ediciones algunos fotógrafos de Europa, yo trabajo en una forma más continua con un fotógrafo alemán, otro de Grecia y también con un fotógrafo de acá de Argentina, de la localidad de Luján, y después algunas colaboraciones con otros fotógrafos y editores, pero en forma muy puntual. Ellos trabajan en base a fotografías que yo les envío.
Y respecto a retratar otras figuras femeninas todavía no lo he hecho. Algunas mujeres que ven mis fotos, me felicitan y les encanta. Me han dicho que quisieran sacarse fotos así. El tema es que yo todavía no me siento preparada. Me gustaría mucho ayudar a sacar esa faceta que cualquier mujer tiene. Al mostrar mi foto, no sólo busco reivindicar mi raza, sino también la armonía que cualquier mujer puede tener en sus imágenes.
Usted habla de la armonía en el cuerpo de toda mujer y en esto de que le gustaría incluso poder ayudarlas a que otras mujeres puedan encontrarse con esa armonía. ¿Cuánto influye la edad en esto de animarse o no a hacer ciertas cosas? ¿Qué nos puede decir con relación a ese otro elemento que es la edad?
AV:- Ese también es un mensaje que me gustaría proyectar, que la edad tampoco tiene que ser condicionante, porque yo empecé sacándome fotos sensuales y desnudos, en el año 2022, hace tres años. Ahora tengo 56 años. Entonces esto también es un mensaje para todas las mujeres, que la edad no tiene que ser condicionante. En mi vida personal, mi vida diaria, voy a mi trabajo, hago las compras. No soy la imagen que se ve en las fotos. Cualquiera puede para sacarse fotos sensuales y bellas.
¿Qué le pasó internamente cuando fotógrafos europeos la contactaron?
AV:- Bueno, yo me siento muy contenta de haber dado este paso a una edad donde la mayoría de la gente cree que “ya está”, que lo que ha hecho hasta ese momento en la vida es lo único que tiene. No hay que quedarse esperando la jubilación. Me animé a hacer un cambio muy brusco en mi vida, que todo lo que ha traído como consecuencia son experiencias que nunca me hubiera imaginado vivir. Me ha permitido contactarme con gente tan lejana, de culturas tan diferentes. En un momento fue un tanto difícil porque el desnudo siempre sigue siendo un poco repelido, con tanto prejuicio, sobre todo en un pueblo tan chico como el mío, y sobre todo teniendo en cuenta que la gente aquí de mi pueblo no me tenía en este perfil.
No se debe asociar la desnudez, la sensualidad y el erotismo con algo negativo para una mujer, para mí es muy importante ese mensaje también, una se tiene que apropiar del erotismo, de la sensualidad, y no es ninguna mala palabra.
Imágenes muy vinculadas a la tierra, a sus raíces, se mezclan con géneros musicales como el rock o el cuarteto ¿Cuál es el criterio que toma para musicalizar sus publicaciones en redes sociales?
AV: – Yo trato de no estar atada a ningún límite, a nada que signifique algo cerrado y a los preconceptos, no puedo soportar la idea de preconceptos a cuestiones que pueden ser tan amplias y tener tantas interpretaciones o tantos caminos o tantas proyecciones. Entonces el hecho de que yo en alguna imagen fotográfica esté representando a mi pueblo originario no significa que tenga que estar como contenida en ese preconcepto que tiene la gente de los indios, ahí con la pluma, la lanza. También podemos ser personas de estos tiempos, entonces pongo distintos tipos de música y sobre todo siempre tratar de irritar. Despertar todos los sentidos, romper esquemas, romper límites, romper preconceptos, ayudar a la gente a tener una idea de la libertad, que uno no tiene por qué estar contenido en una sola cosa cuando la vida nos da millones de posibilidades y de caminos que uno puede explorar y proyectar.
La vida es tan amplia, tan maravillosa y hay tanto por descubrir, por experimentar, por vivir, por más que uno tenga la imagen determinada raza o una determinada edad y que todo esté tan encerrado y contenido por esos prejuicios y preconceptos que nos vienen determinando desde que nacemos y no nos dejan. Yo amo la vida, estoy llena de vida, es como que quisiera vivir más que mi tatarabuela india. Quiero por lo menos llegar como mi tatarabuela a los 104 años y la madre mi tatarabuela hasta los 114 para tratar de hacer todo lo que quiera hacer.
Para finalizar, y teniendo en cuenta que el tema ha sobrevolado nuestra entrevista ¿Cómo ha influido la fotografía en su vida?
AV:- Desde niña viví entre fotos y poses. Todas esas anécdotas familiares que tenían como centro la foto, mirar diapositivas a la noche, cuando venían los parientes, mis hermanos y yo, sabíamos lo que se venía después de la cena, mover los muebles, poner la sábana blanca en una pared para proyectar. Todas esas anécdotas, para nosotros y para mí tiene que ver con algo fantástico, algo mágico, porque cuando yo era niña, las fotos, la cámara fotográfica no era algo común como lo es ahora. Entonces para mí representaba un mundo fantástico y mágico, que en mi familia eso siempre estuvo muy incentivado.
Estas historias nos permiten recordar el valor de contemplar una imagen fotográfica, de las posibles interpretaciones que surgen a partir de una foto. De que nunca es tarde para animarse a hacer lo que no hemos hecho, para vivir nuevas experiencias.
En tiempos donde parecen restaurarse ciertos debates que como sociedad habíamos tenido, es bueno poder recuperar testimonios como el de Alejandra, que dan cuenta del valor de arte, del orgullo de reivindicar las raíces y fundamentalmente de una actitud que rompe aquellos preconceptos que procuran condicionar nuestra forma de vivir, nuestras elecciones y la posibilidad de soñar en grande.