LocalesRegionales
EL ARDUO CAMINO DEL CÓNDOR ANDINO: EL REGRESO A SU HÁBITAT EN SIERRA PAILEMÁN
María José Betanzo, integrante de la Fundación Bioandina, destacó la intensa labor para preservar y reinsertar al cóndor andino en la región patagónica, revelando detalles del seguimiento diario, los desafíos de conservación y la importancia cultural y ecológica de esta majestuosa especie.

Sierra Grande | Desde el corazón mismo de la Patagonia, en la base de campo de Sierra Pailemán, María José Betanzo es testigo y protagonista de una misión monumental: asegurar el regreso y la supervivencia del cóndor andino en los cielos del sur argentino. “Hay un gran trabajo, un arduo trabajo, en principio de la Fundación Bioandina y de ahí en adelante, para reinsertar la especie en nuestra región”, explica Betanzo, quien desde 2021 forma parte activa del equipo que impulsa el lema “El retorno del cóndor al mar.”
El programa, que lleva más de dos décadas, ha logrado liberar alrededor de 200 ejemplares en distintas zonas, muchos de ellos en Pailemán. Allí, cada cóndor recién liberado es cuidadosamente monitoreado mediante transmisores satelitales o de telemetría. “Nosotros estamos en la base de campo los 365 días del año. Liberamos cóndores sin experiencia de vuelo y hacemos un seguimiento constante”, detalla Betanzo.
El proceso para que un cóndor llegue hasta Pailemán es complejo. Muchos provienen de incubación artificial en zoológicos como los de Buenos Aires o Temaikén, donde se asegura la cría de al menos dos pichones por pareja reproductiva. Otros son rescatados tras accidentes en la naturaleza, como caídas durante sus primeros vuelos. Luego, los cóndores pasan por un período de aclimatación en recintos especiales antes de ser liberados en la sierra. Durante esta etapa, aprenden a alimentarse correctamente, rasgando cueros y accediendo a la carroña, fundamental para su rol como limpiadores naturales del ecosistema.
Además de sus desafíos biológicos, los cóndores enfrentan amenazas provocadas por el ser humano, principalmente el plomo proveniente de municiones de caza. “Si se tragan una bala, pueden morir en pocos días. Y si sobreviven, el proceso de recuperación es larguísimo y doloroso”, alerta Betanzo, quien ha participado en varios rescates y tratamientos de aves intoxicadas.
No obstante, la dimensión de este programa excede lo científico: está profundamente ligada a la cosmovisión y espiritualidad de las comunidades originarias. Cada liberación incluye una ceremonia ancestral que simboliza la unión con la naturaleza y el respeto por el cóndor, ave sagrada y emblemática para muchas culturas andinas. “Es un momento de unión. El cóndor es un ave sagrada. Es ciencia y cosmovisión, mitad y mitad”, afirma Betanzo.
Actualmente, dos nuevos cóndores aguardan ser liberados este año, aunque en una ceremonia cerrada al público por cuestiones operativas. Sin embargo, la expectativa es que en 2026 pueda retomarse la tradición de sueltas abiertas, celebradas por comunidades locales y amantes de la naturaleza.
Mientras tanto, Betanzo pide a la comunidad compromiso y respeto: “Si ven un cóndor, no se acerquen ni los alimenten. Necesitan descansar para seguir volando y cumpliendo su rol en la naturaleza.”
Con su vuelo silencioso y majestuoso, el cóndor sigue surcando cielos ancestrales, gracias a quienes, como María José, dedican sus vidas a garantizar que nunca deje de habitar los vientos de la Patagonia.
Fuente: Radio Libre | En este día.