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LECTURAS DE DOMINGO: UN PUENTE DE AMOR

El acogimiento familiar es una alternativa de protección para niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Esta práctica se ha ido desarrollando con el objetivo de ofrecer transitoriamente un ámbito seguro y afectivo a aquellos menores que, por determinadas circunstancias, deben ser separados de sus familias de origen. Por Pablo Rebolledo.

Por Pablo Rebolledo.

Desde 2018, cada 31 de mayo se conmemora el Día Mundial del Acogimiento Familiar, fecha que pretende destacar la importancia del cuidado familiar para niñas, niños y adolescentes que han sido separadas/os de sus familias. Constituye una modalidad de carácter temporal y brinda a los menores la posibilidad de vivir en un entorno familiar mientras su situación judicial se define.

Las Familias Solidarias, de abrigo o de tránsito constituyen un puente ya sea para que esas niñas, niños y adolescentes puedan revincularse con sus familias de origen (o ampliadas) o puedan acompañarlos para su inclusión en una nueva familia a través del proceso de adopción.

La Ley Nacional 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes establece los principios que rigen la protección de los derechos de los menores en el país. Esta norma promueve el acogimiento familiar como una medida preferible a la institucionalización.

En este mismo sentido, la opinión mayoritaria de los especialistas indica que nada puede remplazar la atención personalizada, el amor y la contención que se puede brindar en un entorno familiar, es por ello que las Familias Solidarias cumplen un rol social muy importante.

El sistema de acogimiento familiar se presenta como una solución temporal que busca preservar el bienestar emocional y físico de estos menores. Se convierte en una oportunidad de cambio, en un presente nuevo y muy probablemente en un mejor futuro.

A pesar de sus beneficios, el acogimiento familiar enfrenta varios desafíos y uno de ellos es que muchas personas desconocen la existencia de esta modalidad de cuidado y de la importancia de contar con muchas familias disponibles. Otro desafío es brindar a las familias acogedoras el apoyo necesario para afrontar las dificultades emocionales y logísticas que surgen al cuidar a un menor en estas circunstancias.

En una reciente entrevista la Lic. Carolina Reiter, escritora e integrante de familia de acogimiento señalaba que, para asumir el desafío de abrir las puertas del hogar a un menor, como para otras tantas cosas de la vida, tal vez no haya que esperar un “momento ideal”. Aguardar el momento ideal para hacer algo constituye una postura relativamente frecuente, pero a menudo puede llevar a la procrastinación y consecuentemente a la pérdida de oportunidades. En lugar de esperar un «momento perfecto» que puede no llegar nunca, tal vez sea más efectivo enfocarse en tomar la iniciativa y tender la mano a quien lo necesita. Se trata nada más y nada menos que asumir el compromiso de brindar amor y dejar partir.

Por Ley 5.497, se ha creado el Sistema Provincial de Acogimiento Familiar «Familias Rionegrinas Solidarias», como una herramienta de protección integral en el marco de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, la Ley Nacional N º 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes.

Según datos suministrados por la SENAF, en la Provincia de Río Negro actualmente hay 16 niñas, niñas y adolescentes al cuidado de Familias Solidarias. En tanto que el Banco de Familias Rionegrinas Solidarias cuenta con 11 en el Valle Inferior, 14 familias en El Bolsón, 9 en San Carlos de Bariloche, 7 en el Alto Valle Oeste, 5 Alto Valle Este y 3 en Zona Atlántica.

Más allá de los desafíos, hay numerosas historias inspiradoras de familias que han abierto sus hogares a niños que han sufrido vulneración de sus derechos. Muchas familias reportan que el proceso ha enriquecido sus vidas y en ocasiones les ha permitido desarrollar vínculos profundos con los niños que reciben temporalmente en sus hogares.

Es importante que el Estado conjuntamente con las organizaciones de la sociedad civil, articulen acciones para la implementación de políticas públicas abordadas desde un cambio de paradigma basado en la progresiva desinstitucionalización de los niñas, niños y adolescentes para pasar a un abordaje focalizado e individual de cada menor, con el objetivo de restituir sus derechos y garantizar una red de contención para su desarrollo personal.

En las emotivas historias que relatan estas familias lo que prima es el convencimiento de estar dándole a esos menores el amor y el cuidado que necesitan. Tengamos presente que los instantes vividos en familia pueden lograr sanar ciertas heridas y que este “puente de amor” puede permitirles a esos menores comenzar a vivir la niñez que merecen.

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