Sierra Grande | La docente Gilda Martínez, referente de la Escuela de Educación Básica para Adultos (EBBA) N° 26, compartió su experiencia de enseñar en el anexo que funciona en la Municipalidad de Sierra Grande. Allí acompaña a un grupo de cinco estudiantes, en su mayoría empleados municipales que no habían podido finalizar la escuela primaria, además de una mujer mayor de 90 años que asistía con el objetivo de socializar.
Martínez explicó que los estudiantes tienen edades diversas, desde los 54 hasta más de 90 años, y que la mayoría atravesó buena parte de su vida sin la posibilidad de completar la escolaridad. Muchos habían llegado solo hasta segundo, tercer o quinto grado. “Ellos cargan con un enorme bagaje de experiencias de vida, y mi tarea fue brindarles las herramientas que necesitaban para resolver situaciones cotidianas, desde operaciones matemáticas hasta el uso de un cajero automático o el envío de mensajes de WhatsApp”, señaló.
Sobre la dinámica en el aula, la docente destacó que se generan vínculos diferentes a los de la enseñanza en primaria común. “Nos saludábamos como amigos, compartíamos charlas sobre la vida cotidiana y, en ese intercambio, también aprendíamos. Muchas veces la clase no pasaba solo por el cuaderno o el pizarrón, sino por conversar y dar respuesta a lo que ellos necesitaban”, recordó.
Uno de los momentos más significativos en la experiencia es el avance de un alumno que, al aprender a multiplicar, pudo aplicar sus conocimientos a su propio trabajo artesanal. “Él fabrica sogas de cuero y un día me dijo que ahora podía calcular cuántas tenía que vender y cuánto iba a cobrar. Esa transformación demuestra que el conocimiento impacta directamente en su vida diaria”, expresó Martínez.
La docente subrayó también la importancia de la flexibilidad que ofrece la EBBA 26, donde los estudiantes pueden acordar horarios y modalidades de asistencia según sus realidades laborales o de salud. Además, remarcó que completar la educación primaria no solo abre la posibilidad de continuar en el nivel secundario, sino que también permite a los empleados municipales acceder a mejores categorías laborales y, en consecuencia, a mejores salarios.
Martínez calificó esta experiencia como uno de los momentos más gratificantes de su carrera docente:
“Nunca había trabajado con adultos y fue lo mejor que me pasó. A pesar del cansancio, siempre iba a dar clases porque ellos me esperaban. Si con más de 60 años se daban el tiempo de ir a la escuela, ¿Cómo no iba a estar yo ahí con ellos?”.
Para la docente, la educación en adultos no es solo un espacio de aprendizaje académico, sino también un lugar de encuentro, de construcción de autonomía y de dignidad. “La educación no tiene edad. Siempre se puede aprender y siempre se puede crecer”, concluyó.
Fuente: Radio Libre | En este día