Sierra Grande | En una entrevista distendida con Radio Libre, el artista y docente Roberto “Tato” Luzarreta compartió su mirada sobre el mate como práctica cultural, ritual familiar y expresión de la identidad argentina. Inspirado en la lectura del clásico de Amaro Villanueva, “El mate, el arte de cebar y su lenguaje”, Luzarreta reflexionó sobre el significado profundo de esta infusión que, más allá de ser una bebida, “es compañía, abrazo y conversación”.
“El mate es el punto de unión, el punto de acompañamiento cuando uno está solo también. Me preparo un mate y arranco a hacer algo. O me acompaña. O estamos haciendo un trabajo. Es como que vos tenés a alguien que está al lado tuyo”, dijo Luzarreta durante la charla.
Los códigos y rituales del mate
El artista remarcó que cebar y tomar mate conlleva un lenguaje propio, lleno de gestos, silencios y reglas tácitas.
Sobre la cantidad ideal de personas para compartir, fue contundente: “Yo considero que tres o cuatro personas. Por ahí estás en una reunión con diez y se desvirtúa. A mí me gusta que el mate tenga gusto”.
En cuanto a los significados y símbolos, Luzarreta se apoyó en Villanueva al explicar que la cebadura tiene su lenguaje y su efecto, que es un acto de entrega, de confianza y no se trata solo de tomar.
El arte de preparar un buen mate
Con tono didáctico, Luzarreta compartió algunos tips para lograr una buena cebada: “Primero, la yerba no debe empaparse toda de golpe. El mate tiene que tener su ‘montañita’. Así, el agua se distribuye mejor y no se lava rápido”.
También habló del cuidado del recipiente: “En el caso de los mates de madera o de porongo, lo que hay que hacer para curarlo es sumergirlo un par de horas, después ponerle manteca y yerba usada con agua hasta el otro día. Y al otro día, se arranca. Así se va curando a medida que lo usás”.
Y agregó un consejo útil para los distraídos: “Si no usás el mate por un tiempo, sumergilo antes de volverlo a usar, porque si está seco se parte. Me pasó con uno que me pintó mi hija. Lo partió el agua. Le puse un precinto y lo sigo usando igual”.
El mate como herencia y memoria
La charla tuvo también momentos de emoción y nostalgia. Luzarreta recordó las cebadas compartidas con su padre, en los tiempos del taller familiar:
“Si yo algún día pudiera volver atrás, volvería al taller con mi papá. Al final del día, el que terminaba primero le cebaba mate al otro. Eran los mates más ricos del mundo, los que cebaba mi viejo”.
El relato, cargado de afecto, revela cómo el mate trasciende generaciones, convirtiéndose en un gesto de continuidad familiar. “Era el cierre del día. Después de haber estado soldando todo el día, se cerraba el día tomando cuatro o cinco mates antes de cenar”, evocó.
Diversidad de gustos y estilos
Fiel a su estilo relajado, Luzarreta se mostró abierto a las variaciones modernas del ritual: “Si a vos te gusta el mate de silicona, metele al mate de silicona. Si te gusta con coco, con limón o con café, tomalo así. El mate es como el vino: se toma como a uno le gusta”.
Sin embargo, también reconoció con humor ciertas tensiones culturales:
“Yo no me meto con el mate de coco» , bromeó.
El símbolo que nos une
Para Luzarreta, el mate es una síntesis de lo que somos: compañía, ritual y pertenencia. “Nosotros lo hemos tomado como nuestro, pero en realidad el mate lo describió un indio guaraní, y el termo lo pusieron en práctica los uruguayos. El mate nos une a todos. Lo tomás en la casa, en la escuela, en la montaña o en la playa. Está en todos lados”, concluyó.
Más que una costumbre, el mate —como afirma Luzarreta— es un modo de estar con otros y con uno mismo. Un lenguaje sin palabras que sigue escribiendo, cada día, la historia afectiva de los argentinos.
Fuente: En este día | Radio Libre