Cada 28 de octubre, en la República Argentina se celebra el Día del Trabajador Minero, en homenaje a la fundación de la Asociación Obrera Minera Argentina (AOMA), ocurrida el 28 de octubre de 1953. La fecha representa el reconocimiento al esfuerzo, la disciplina y el compromiso de quienes desarrollan su labor en uno de los sectores productivos más duros y estratégicos del país.
La celebración recuerda el rol clave del trabajador minero en la cadena productiva nacional y constituye un reconocimiento formal tanto desde el ámbito gremial como desde el Estado. En paralelo, el 7 de mayo se conmemora el Día de la Minería Argentina, en homenaje a la sanción de la primera Ley de Fomento Minero de 1813.
Así, el 28 de octubre se transforma en una jornada de homenaje y reflexión sobre el aporte del trabajo minero a la economía y al desarrollo de las comunidades que crecieron alrededor de esta actividad.
Sierra Grande forjada al calor del hierro
La localidad de Sierra Grande es un ejemplo emblemático de lo que significa un pueblo forjado por la minería.
Los inicios y el auge (décadas del 70 y 80)
La historia minera de Sierra Grande comenzó con la creación, en 1969, de la empresa estatal Hierro Patagónico Sociedad Anónima Minera (HIPASAM), dependiente de la Dirección General de Fabricaciones Militares. Desde entonces, la explotación del yacimiento de hierro transformó radicalmente la estructura económica y social del lugar.
HIPASAM generó miles de empleos y atrajo trabajadores de distintas provincias, impulsando la construcción de barrios, viviendas, escuelas y servicios. Durante la década del 80, Sierra Grande se consolidó como un verdadero pueblo minero, con una identidad colectiva marcada por el trabajo subterráneo y el orgullo del oficio.
Los mineros de HIPASAM fueron también formadores: enseñaron técnicas, oficios y saberes que, con el tiempo, transmitieron a nuevas generaciones, convirtiéndose en una verdadera “escuela del trabajo”.
En ese proceso, la minería trajo consigo costumbres, símbolos y creencias propias del mundo minero, entre ellas la devoción a la Virgen del Socavón, patrona de los mineros, cuya celebración se convirtió en un punto de encuentro espiritual y cultural para los trabajadores y sus familias.
Producción, identidad y transformación social
El trabajo en la mina era exigente y técnico. La vida de los mineros transcurría entre turnos de producción, galería, socavones y un fuerte sentido de pertenencia. La minería no solo fue empleo: fue también cultura, comunidad y proyecto de vida.
Los barrios obreros, los clubes sociales y la vida cotidiana giraban en torno a la mina, que representaba la fuente de sustento y la razón de ser del pueblo.
Tensión permanente: cierre, calidad del mineral e incertidumbre laboral
Desde finales de los años 80, la actividad minera en Sierra Grande no solo atravesó crisis económicas sino que mantuvo una tensión permanente en la sociedad serrana. Esta tensión se articuló por varios factores:
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El cierre de HIPASAM, que dejó a la comunidad sin su principal motor productivo; la empresa estatal no logró sostener la cadena productiva local.
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La calidad del mineral de hierro, su valor en el mercado internacional, la factibilidad de comercialización y los costos de producción generaron constantes cuestionamientos a los nuevos operadores. Por ejemplo, se señaló que el precio del hierro exportado era de alrededor de 45 USD/tonelada mientras el costo de producción se estimaba en 80 USD/tonelada.
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Con la empresa MCC Minera Sierra Grande S.A. (de capitales chinos), surgieron despidos masivos, suspensiones de producción, falta de agua para las operaciones y acumulación de mineral sin embarcar.
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El gremio local de AOMA llegó a disolverse en Sierra Grande tras la caída de la actividad minera.
Estas condiciones generaron en los trabajadores una incertidumbre continua: se debatían entre la esperanza de empleo, los reclamos salariales y las pausas productivas, a la vez que sus familias vivían la incógnita de hacia dónde se dirigía la mina, si se sostenía o se cerraba definitivamente.
El cierre y sus consecuencias
Con la crisis económica de fines de los años 80 y los cambios estructurales, HIPASAM fue cerrada a comienzos de la década del 90. El cierre significó un duro golpe: pérdida de miles de puestos de trabajo, migración masiva y un quiebre profundo en la identidad colectiva. Sierra Grande perdió una parte sustancial de su población en pocos años.
Muchos extrabajadores debieron buscar alternativas fuera de la ciudad, principalmente en otras provincias de la Patagonia, donde la minería continuó siendo un sostén económico. Sin embargo, el oficio aprendido en HIPASAM se convirtió en una herramienta que permitió a las nuevas generaciones abrirse camino en otros yacimientos del sur argentino.
La reapertura y un nuevo ciclo
En 2004-2006, el grupo chino A Grade Trading adquirió los activos de HIPASAM para reactivarla. Luego MCC tomó el control del 70 % del yacimiento de Sierra Grande.
La reactivación del complejo minero significó para la comunidad una nueva esperanza: volver a la actividad minera, generar empleo y recuperar parte del dinamismo económico. La primera producción exportada alcanzó unas 62.500 toneladas.
Aunque el contexto productivo y las condiciones laborales habían cambiado, la mina volvió a ser un eje de la vida local y un símbolo de la resiliencia del pueblo serrano.
La memoria de los mineros
Hoy, los ex trabajadores de HIPASAM que permanecen en Sierra Grande —muchos ya jubilados— sostienen viva la memoria minera. Participan en actividades sociales, conservan objetos, herramientas, cascos, uniformes y fotografías de la época, y organizan muestras y encuentros donde comparten anécdotas, historias y recuerdos de los años en que la mina fue el corazón del pueblo.
A través de esas acciones mantienen encendida la identidad minera y rinden homenaje a quienes dejaron su vida en el socavón. Son los guardianes de una historia que marcó a Sierra Grande y que aún hoy late bajo su suelo y en la memoria colectiva.
Significado y legado
El Día del Trabajador Minero no es solo una efeméride: es una oportunidad para reconocer el sacrificio de los hombres y mujeres que hicieron posible el desarrollo de la minería argentina, y para rescatar el valor histórico, social y humano de esa tarea.
En Sierra Grande, el legado de HIPASAM sigue vivo. Su historia forma parte del ADN del pueblo y de la identidad de quienes crecieron a la sombra de la mina. Recordar a los mineros es también reconocer que, bajo la tierra o a cielo abierto, con esfuerzo y orgullo, construyeron una parte fundamental de la historia productiva del país.
Por redaccion de Pido la palabra | Julietta Donoso

